‘Anora’, una montaña rusa de emociones

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En su última y electrizante comedia dramática, galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Sean Baker se adentra una vez más en los márgenes de la sociedad estadounidense y se consagra como uno de los cineastas más audaces y brillantes del panorama actual.

Siguiendo la estela de sus proyectos anteriores, el creador reivindica nuevamente la experiencia de aquellos colectivos invisibles que el cine tiende a estigmatizar. En esta ocasión, pone el foco en una bailarina de striptease de un club de Nueva York, cuya suerte parece cambiar por completo cuando recibe la oportunidad de casarse con un joven heredero de la fortuna de un oligarca ruso. 

Lo que propone en Anora es una aproximación honesta, descarada y compasiva a la realidad de las trabajadoras sexuales. Un retrato de las dinámicas de poder y la lucha de clases que dista mucho de la mítica y romantizada historia de Julia Roberts en Pretty Woman (1990). Aquí, no hay princesas salvadas por un príncipe millonario ni tampoco un final feliz. Lo que empieza siendo un alegre cuento de amor forjado entre bailes eróticos y botellas de alcohol, en el segundo acto se convierte en un torbellino caótico e hilarante. La escena de un allanamiento– una de las más locas y graciosas de todo el año– marca el punto de inflexión que cambia abruptamente el tono de la película. 

En un instante, la ilusión de la protagonista se hace añicos, y se ve forzada a colaborar con los torpes secuaces de su suegro, que tratan de anular su matrimonio. La dinámica que se genera entre los cuatro personajes durante esta misión desata una química adictiva, que arranca al espectador alguna que otra carcajada. Juntos se embarcan en una aventura salvaje e impredecible, una especie de “comedia de enredo” que alterna con agilidad momentos de risa y de angustia.

Baker vuelve a demostrar su destreza como narrador y mantiene algunas de las constantes que hacen única su filmografía: una atmósfera natural y visualmente embriagadora, diálogos improvisados y un elenco de rostros poco conocidos. Esta vez, apuesta por una radiante Mikey Madison, la actriz revelación de la que todo el mundo está hablando gracias a una interpretación arrolladora que culmina en una escena que nos deja sin aliento. 

La película ya se ha posicionado como una de las favoritas de la crítica. Flamante, entretenida y sin pretensiones moralistas, es sin duda una de las joyas independientes más valiosas que nos ha dejado este 2024, tanto o más que un anillo de cinco quilates.

Carla Lamiel

Teens Media Network. Barcelona, Spain Reporter.

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